Antonio Enrique
Spain

Del libro: "Reino Maya", 1990

Yo conozco una ciudad
por donde antaño pasaban caravanas.
Ya no transitan.
Desde los tiempos en que una mujer
vertía su efigie en sal, ya
no se ve dromedario alguno;
no llegó a la ciudad nadie
que trajera nuevas, inventos, mercancías.
Aislados están en medio de las travesías
porque el viento esparció todas las calzadas.
La ciudad tiene un fortín de adobe
y más tumbas dispersas que vivientes.
Por la noche se prenden las hogueras
y a su fulgor se ven muchachas salvajes
rubias y altas en medio del desierto.
Olor hay de antigüedad aquí, olor
de humedad a cripta y baño abandonados.
Olor a esencias remotas traídas de oscuros países
de lagos y junglas, ciérnagas y ríos, llegadas hasta acá
en anchas canoas vistosas como palanquines.
Esta es la ciudad perdida en las montañas.
Se es feliz por recordar.
Aire de música y espliego
sacude los cabellos y por los ojos pasa
de las hijas de los ancianos,
rubias y altas en medio del desierto.

Del libro: "El Reloj del infierno", 1999.

Non Serviam

YO TE DARE una ciudad
que existe, pero nadie lo sabe.
La hicieron seres de otros mundos,
pero sólo dejaron ésta.
Está en medio de las montañas,
al fondo de un desfiladero tenebroso.
Las rocas lucen bajo la luna
con tantos colores como con el sol,
y los árboles suenan a caireles
de lámparas en un templo oriental.
Miles de casas están
excavadas en los muros.
Nadie aparece, pero están.
Hombres con piel de duna
y mujeres hechas con frutos.
No aparecen, pero está.
Están con sus ojos de ónice,
ágata, aguamarina,
las mismas piedras que en vetas
se hallan en sus casas por dentro.
Todo esto te daré. Esto,
y un amor que no te rechace
tras que te domine o le domines.
Y un hijo sin dolor. Y una muerte
como este paisaje. Si me sirves.
El oro se destila con sólo impregnar los cuerpos
de agua a la caída de la tarde
y la plata, de la piel, con sólo
aguardar un rato bajo la luna.
Si me sirves. Si me sirves,
a ti también te servirán estas gentes.
Míralos cómo se esconden a nuestra vista.
Es llegar la noche que se encierran
en sus cuevas por no se sabe qué miedo.
Por miedo no se sabe a qué,
apagan las velas pronto
y hablan más bajo todavía.
Temen aun estar escondidos en el desierto,
ocultos de la luz, adentro de las montañas.
Todo te lo daré. También tu propio tesoro
que conservo desde los días antes
de que tú nacieras. Tú, si me sirves.

Né en Granada en 1953, il habite en Guadix. Critique et professeur de Littérature. Auteur des romans: La Montagne Harmonique, 1986; Kalaát Horra, 1991 (re-edition Les prairie célestes, 1999), La lumière de la sang, 1997; Le Disciple aimé, 2000. Essai: Traité de l'Alhambra Hermétique, 1988, 1991. Narration: Conte du ruisseau de la vie, 1991. Recueils de poésie: Poèmes de l'Alhambra, 1974; Retable de Lune, 1980, L'Emotion blanche, 1980, La ville des Coupoles, 1980, 1981, Les corps glorieux, 1982, Les hauteurs lugubres, 1984, Le galion tourmenté, 1990, Royaume Maya, 1990, La Quibla, 1991, Beth Haim , 1995, Le soleil des âmes, 1995, Le Saint-Sépulcre, 1998, Horloge de l'Enfer, 1999, Le grand jardin du ciel, 2000.

Il est le suzerain de la Connaissance, poète, romancier, essayiste, auteur de nombreux et incomparables livres, il guide le langage avec une telle présition qu'il est capable de créer dans la conscience du lecteur la motivation exacte qu'il veut. Il domine les formes et fonds, sa poésie confére un des états plus extraordinaire à que peut plainer l'Homme. Il est -actuellement- une des voix plus renommées de la poésie espagnole.