Kahled al Maaly

Traducción del árabe por: Ahmad Yamani

No conozco la noche sino desvelado,
por la mañana ando con los ojos cerrados,
crucé las colina elevadas sin darme cuenta,
andaba solo sumergido en el silencio,
mis manos saludaban y mi voz cantaba,
sin embargo, estaba en el mismo sitio,
las manos manchadas con tinta,
mi cara triste detrás de la silva del humo,
todo lo que era será, por supuesto,
no obstante, la última estrella desapareció.
Mientras el entumecimiento se aplicaba
mi cuerpo se mueve de nuevo
para leer lo que he escrito,
dejo todo en su sitio
y me marcho.

¿Cuándo estaremos hartos de la vida?

El camino se corta y a ti te agitan los recuerdos
desde lejos,
¿Cuándo viniste al mundo y cuándo saliste de él?
La mano que tenías, elevada sola,
y nosotros, desde lejos, vemos ese espantapájaros de los muertos,
y volvemos, pasando por aquí,
¿Quién estaba con nosotros?
¿Desde cuándo las palabras que se dicen vienen?
¿Cuándo el viento se va?
¿Cuándo estaremos hartos de la vida de verdad, y olvidaremos
Quién está esperando delante de la puerta?

Ha pasado el tren expreso

Para recuperar tu vida de aquí, para traerla
al mundo en el tren expreso y  llegas, inevitablemente,
al mismo lugar.
Las visiones están elevadas, una tienda de campana que te protege del sol, y tú, inevitablemente, has venido del mismo lugar,
donde estaba la vida, y el expreso ha pasado, mientras
el humo se alzaba desde lejos.
Tu vida se distancia, y se dijo que se hunde en las profundidades,
atada por una cuerda y arrastrada.
Y desde ahí, desde las profundidades volviste,
cruzaste los mares y anduviste muchísimo lamentado tu
primera vida, y los sueños de tus largas noches,
llorando lo que ha parecido de ella en los recuerdos,
las caras pequeñas sonríen desde lejos,
las flores que estaban florecidas,
una palmera en el camino,
una granada fisurada,
y un gato negro siempre vuelve a ti.

Susurrando la melodía de los regresados

Cogéis, por la noche, los recuerdos
y os vais.
Los caballos relinchan, mientras
los ojos de la bestia os vigilan.
Susurrando la melodía de los regresados,
mientras la certeza estaba elevada
y las banderas bajadas, los ácaros comían sus bordes,
¿Cómo, entonces,  habéis descendido de la colina,
Quién tenía la señal, el cuento de los sueños,
la visión en el camino?
Habéis andado, pues, siguiendo el espejismo,
y antes de haber estado perdidos
vino el precursor,
cogisteis el falso embrazo y desaparecisteis.

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