Yolanda Pantin

La imagen se avenía
con pasmosa realidad

Pensé: es la montaña
que nunca había mirado

como esa tarde
cuando el perfil me sorprendió

su inmanencia

Ahora no me importa
porque me he vaciado

Sin embargo hecho en falta
la intensidad de mis efectos

Siento un vacío
una especie de vacío

aún en la luz

iridiscencia

-malvas naranjas-

de la inaprehensible realidad

(del La Quietud, 1998)

YO SOY OTRA

He aceptado la invitación a viajar.
En el auto,
el paisaje pasa demasiado rápido.
Raspa al oído
la música sorda que el interior repele.
Atravesamos el país sin detenernos,
apenas para orinar o para beber un trago de agua
en las gasolineras.
El verano castiga gris y estático,
como el cielo.
Conversaciones banales distraen el asedio
de las horas muertas.
Levantamos las tiendas
a la orilla de un río ancho y cenegoso.
Las aves chillan al alzar el vuelo.
Me acerco al río
como Narciso al estanque.
Las aguas turbias no reflejan mi rostro.
Yo he soñado con esto.

yo soy otra' y no debe aparecer en letras azules.

(la herida ha sanado sobre la carne muerta')

(De: La quietud, 1998)

LAS PALMERAS DE LOS CABALLOS ROJOS (CORDOBA)

Si te invitan a viajar y aceptas,
aceptas la razón de quien te halaga.

Serás eso que desean, en cualquier parte:
poeta o poetastro,

algo representas para ellos.

Entre un viaje y otro,
distraes la conciencia de tu gran fracaso.

O no fracaso, no, la angustia adolescente,
¿quién soy? que no ha cesado.

¡Acepta las invitaciones a viajar!
¡La vida es un viaje!

Y cuando todo acabe,
labrada tu soledad pacientemente,

si alguien te preguntase
como Pessoa a Alvaro de Campos:

-¿Amaste?

    (qué inútil todo)

entenderías
que si alguna razón de la existencia hubiese,

la habrías desdeñado.

(de La Quietud, 1998)

YO HICE EL CABLE SUBMARINO

Eres mi criatura
yo hice tus ojos tus manos

tus dientes montados
unos encima de los otros

Yo puse tu mirada
sobre el mundo

tus dos piernas

Yo hice al mundo
ávido y mojado

sin palabras

hice tu perfil
entrar al agua

tus brazadas
en el mar

en la piscina

Yo hice tu barbilla
tu cansancio

tus aletas de pez
en el acuario

Hice una joven para amarte
de venticinco años

la hice apátrida
enfermiza

una niña en el marasmo

Hice un país
un enemigo

Me dije
no

está prohibido
mirarte

Me hice daño

Yo hice a mi criatura
con mi sangre

abrir la carne

Marqué las horas muertas
en este calendario

la importancia del teléfono
mudo repicando

Yo hice el cable submarino

a París
también la hice

la ciudad de los amantes

(De: Los bajos sentimientos, 1993)

VALSECITO

Un hombre está sentado ante otro hombre.

El uno con terror dirige la mirada al cielo raso.
El otro se concentra en el cielo de la boca.

El uno siente un miedo profundo de sufrir
y así lo expresa: “me lastima lo que hace”.

No podemos decir que el otro lo ha escuchado,
sin embargo murmura tal vez para sí mismo:

“Si extirpo la raíz lo habré salvado, pero duele”.

(de Los Bajos Sentimientos, 1993)

EL DIA QUE CONOCI A SUSAN HOWE

Yo venía de la guerra
es decir de un nuevo engaño
de esos que, al igual que el dolor, hacen bien a la dignidad narcisista
según había leído en un poema de Pier Paolo Pasolini
y que ahora llevaba como marca en la frente
-en cada herida una lección para el futuro
vacío pero inmenso-
Ya había escuchado el ruido de las aspas
y el humano deseo
de abrazar hasta los párpados
Conocí la metralla en el teléfono
y en el océano las yardas
Sorbí el trago de París a fondo blanco
parte a parte lloré por Alemania
Tuve horrendas pesadillas
recuerdo especialmente un viaje en elefante
-de viajes no me hablen-
Me persiguen las imágenes
de cuerpos mutilados
en los campos
brazos antebrazos frutos de la carne
Qué sangrientas las batallas, Susan Howe
Yo venía de la guerra
y sólo traigo unos poemas
Hay miedo en el dolor
ayer no más decía
y estas palabras para un nuevo encuentro
lo importante es invisible para los ojos
porque el odio fluye en un río de sangre

( de Los Bajos Sentimientos, 1993)

Homenaje

Presa de la luz

mi madre bate sus alas ciegas
en la noche

Pequeñas marcas en la piel
agujas, laceraciones

Se trata de la infancia
tan hondamente perdida

el color del cabello
el óvalo del rostro

Mi madre descansa sobre la pared blanqueada

mientras

en la sed de los espejos
el sueño se fatiga

de: La quietud, 1998)

La reinita

Pierde algo todos los días
-Elizabeth Bishop

A veces
aún sueño mis miedos.
-Verónica Jaffé

Mientras ocurre el destronamiento,
la reinita permanece en su nido.

Todos estos días

estuvo trayendo ramas
para hacer una talla

a su fragilidad.

Todo lo que ha construido
está sobre el aire.

Yo la miro
Desde el otro lado del vidrio.

Me calma
su presencia

y el que sea capaz
de sostenerse

por encima de la locura.
 
Yo me sostengo
de su fortaleza, porque

si ella abandonase lo que ha construido
sería un desastre.

(inédito)

Yolanda Pantin, nació en Caracas en 1954. Estudió Letras en la Universidad Católica Andrés Bello de esa ciudad.

Es autora de los siguientes libros de poesía: Casa o Lobo (Monte Ávila Editores, Caracas 1981); Correo del Corazón (Fundarte, Caracas 1985); La Canción Fría (Angria,  Caracas 1989), Poemas del Escritor (Fundarte, Caracas 1989), El Cielo de París (Pequeña Venecia, Caracas 1989), Les Bas Sentiments (Fourbis,  París 1992), Los Bajos Sentimientos (Monte Ávila Latinoamericana, Caracas 1993), La Quietud (Pequeña Venecia,  Caracas 1998), La Épica del Padre (La nave va, Caracas 2002), Poemas Huérfanos (La liebre libre, Maracay 2002), El hueso Pélvico ( Eclepsidra, Caracas 2002), Poesía reunida, 1981-2002 (Otero, Caracas, 2003 (en prensa), además del poema dramático La Otredad y el Vampiro (Fundarte, Caracas 1994). En 1998 publicó en España la antología personal Enemiga Mía.

En 1989 recibió en Caracas el Premio Fundarte de Poesía. En 2004 recibió la Beca Guggenheim

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